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Raquel Bueno

La importancia de la comida, de la cultura que gira alrededor de la gastronomía, es ingente. La comida nos une y nos acerca, sin importancia de a qué cultura o sociedad pertenezcamos, y ese es un poder que merece celebrarse a diario. La ilustradora Furze Chan, con base en Hong Kong, se ha forjado un nombre dedicándose exactamente a eso: dibujar comida. F: Furze Chan

Furze Chan

La comida nos une y nos acerca, sin importancia de a qué cultura o sociedad pertenezcamos, y ese es un poder que merece celebrarse a diario

Sus dibujos, de una delicadeza exquisita, representan todo tipo de alimentos: desde cartones de leche a piezas de fruta, golosinas, platos tradicionales chinos, galletas, postres… De esta forma, la materia se transforma de una sustancia que te comerías con los ojos a pequeñas obras de arte de una belleza evidente. Chan explica a It’s Nice That que, para ella, plasmar en el papel una de sus escenas mentales es un acto “emocionante y adictivo”, que se traduce en una experiencia altamente placentera para el que la observa.

Furze Chan

Para Furze Chan, la tarea de pintar la comida con precisión es algo que no debe tomarse a la ligera

La ilustradora relata con nostalgia a la revista que, cuando estudiaba arte en la escuela primaria, estaba fascinada por la sensación de crear algo con sus manos. Al principio dibujaba alimentos por diversión pero, a medida que sus dibujos progresaban, los proyectos comerciales empezaron a llamar a su puerta en busca de esa belleza tan simple y llena de añoranza que solo sus ilustraciones lograban capturar.

Furze Chan

Aún así, y a pesar de que sigue ilustrando y animando para una gran variedad de plataformas editoriales y libros, la artista mantiene que “la comida es muy difícil de dibujar”. Para ella, la tarea de pintar la comida con precisión es algo que no debe tomarse a la ligera: “las múltiples texturas, los colores, la temperatura, la sensación de cocción, los reflejos, incluso el esmalte de cerámica de un plato” son algunas de las complicaciones del ejercicio, según aclara a It’s Nice That. Aunque el resultado, desde luego, merece la pena.