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Bru Romero

Si hay algo que tienen los clásicos es que da igual el momento en que los quieras volver a visitar o las situaciones en que procedas a ejecutar ese plan que siempre será un tanto en tu marcador. Y es que da igual que el tiempo pase, que las tendencias viren y los clientes vayan renovándose, si algo tiene un restaurante con solera es precisamente eso, que ya tiene cierta prosapia y por ello la reserva es un acierto seguro. Si hablamos de Viridiana, la experiencia se eleva al cubo o a la enésima potencia.

¿Necesitas un must de Viridiana? Cualquier opción de su menú lo es. No tienes perdida

Más de 30 años han hecho posible que  el chef Abraham García se haya convertido en una vaca sagrada de la capital. Una manera de alimentar al personal que ha sabido diferenciar entre saber comer y saber sorprender, fusionándolos en una única cocina de autor que de manera rotunda y a contrapelo plantean magia que se saborea.

Un local que tras cruzar sus puertas ya se sabe comenzará una aventura que será muy difícilmente olvidable. Una expedición en la que viajamos con este erudito cocinero por aquellos países que suponen su historial culinario que no nos hace arrepentirnos de nada. Una manera de incidir en la gastronomía del maestro que no atiende a prisas ni futilidades y que ya sea con sus morros de ternera cocidos y fríos a la moda de Oporto, el gazpacho de Abraham, el pulpo a feira sobre batatas revolconas y torreznos doraditos, lomo de atún rojo de Cádiz aderezado al ras-al-hanut, salmonetes fritos, albóndigas de rabo de toro (que siempre es de vaca) o un lomo de corzo de los montes de Toledo a la parrilla con reducción de fondillón y nísperos asados, nos devuelve la pasión por la el emplatado con fundamento y mucho amor por las tradiciones por todos conocidas.

Un plan que nos redime de cualquier tipo de tropiezo que hayamos podido tener en el pasado a la hora de elegir las coordenadas de nuestra cita foodie y que en Viridiana encuentran el necesario pueblo de Oz donde a la verdadera satisfacción de haber comido en el restaurante de restaurantes se llega cruzando su particular camino de baldosas amarillas, sus platos que ya son leyenda viva y sin igual.

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