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Bru Romero

Puede que para algunos, que un restaurante lleve abierto en Madrid más de 20 años no les parezca que deba ser tenido en cuenta como clásico, pero en los tiempos que corren, clásico es todo aquel cuyos sabores saben a siempre y te hacen recordar no solo una experiencia única sino pequeños detalles del pasado que guardas con cariño. Algo parecido a lo que nos sucede cuando cruzamos las puertas de la Trattoria Sant Arcangelo y nos dejamos mimar por un italiano que no es un italiano cualquiera. F: Cortesía de Trattoria Sant Arcangelo

Déjate caer por la Trattoria Sant Arcangelo y disfruta del clásico que sabe a casa, a terruño y a materias primas de primera

Y de eso se encargan muy bien en esta trattoria moderna que no pierde ni un ápice de espontaneidad y autenticidad. Un lugar donde el recetario del país vecino se abre, sin filtros, ante nuestro paladar y en todas sus variadas propuestas, recetas que recorren todas sus regiones (principalmente de Emilia Romagna donde encontramos al pueblo que da nombre a este local), sirviéndoselas al comensal para su particular disfrute.

Un restaurante cuyo ambiente se lo debe al genial Pascua Ortega y al Art-quitecta Studio, que en dos actualizaciones han hecho de la Trattoria Sant’Arcangelo lo que es hoy. Un punto de encuentro con muchísima luz y diferentes zonas que permiten la consabida separación entre mesas y la privacidad que, en muchos casos, también buscamos. Aceros, maderas, cuerdas o papel son los encargados de ofrecer esa estética que tanto nos hace pensar en esa bella Italia que siempre nos recibe bien y siempre sabe agasajarnos con lo mejor que tenga en las repisas de su cocina. ¿Que quieres terraza? También disponen de ella y… ¡preciosa!

Un espíritu que también se traslada a la sencilla y potente propuesta culinaria que el chef Juan Carlos Delle Vedove se encarga de plantear. De ahí que no podamos (ni queramos) resistirnos a platos como su carpaccio di Manzo o el de salmón marinado con eneldo y aguacate , el vitello tonnato, las pizzas en sus más divertidas variantes como las focaccias o sus más esplendorosas y sabrosas bases al estilo napolitano, la provola al horno con pimientas y hierbas, la mortadela con focaccia y queso Grana Padano, la crema de calabaza con queso ricota y pan sardo o el consomé de ternera y tortelini, los rigatoni con salsa amatriciana, los tallarines con gambón y cigalitas, los espagueti a la carbonara, los panzerotti rellenos de burrata y pesto, su lasaña a la boloñesa, el risotto con setas y toda una sobremesa por delante para comentar la jugada y la clara aprobación a su nueva carta. Absolutamente necesario.

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