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Ariana Díaz Celma

Es un hecho. Los restaurantes chinos acostumbran a rozar la mediocridad y el gusto descarado por lo hortera. No obstante, ante tal panorama hay algún que otro local que aparece a modo de oasis. Es el caso del Shanghai, un restaurante que se ha situado en lo más alto de la cocina china gracias a la mano maestra del chef Josep Maria Kao a los fogones. La decoración es ya una declaración de intenciones de por dónde van los tiros de este local. El comedor obvia los toques kitsch a favor de un mobiliario elegante con algún que otro detalle que nos sitúa en el país asiático.

Su cocina cuenta con las archiconocidas recetas de cualquier restaurante de sus características, aunque siempre mejoradas, pues los productos son de primera y el sabor incomparable. Nos referimos a clásicos como la sopa de aleta de tiburón, los rollitos de primavera o el arroz frito tres delicias. Junto a estos familiarísimos platos encontramos otros un poco más sofisticados que bien vale la pena probar. Es el caso, por ejemplo, de los fideos vegetales con huevo poché de rosiñol con trufa o un wanton relleno de langostinos tan frescos que se deshacen en la boca.

Entre las carnes, no falta el cerdo agridulce, la ternera con bambú y setas o el pollo al curry. No obstante, el plato estrella de la casa es el pato Pekín, también conocido como pato laqueado. Su proceso a la hora de ser servido es todo un festival. El camarero lo descuartiza delante del comensal para que éste, a posteriori, empiece el ritual, pues es necesario enrollarlo en una tortita con las verduras y salsa correspondientes.

Entre los postres no hay lugar a dudas: el rollo frito de plátano y chocolate es el ganador. Obviamente, tal manjar -vino incluído- se podrá degustar a partir de los 40 euros. Bon apetito.

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  • Dirección: C/ Bisbe Sevilla 48 barcelona