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Fernando Mastralengo es un artista norteamericano al que debemos seguirle la pista. Su apuesta por la creación de objetos escultóricos a caballo entre el diseño industrial y el arte, y el uso de materiales orgánicos tales como el vidrio, el azúcar, la sal, la arena o el cuarzo, consigue que sus creaciones no pasen desapercibidas. Su último hit se llama Drift Bench (algo así como ‘banco a la deriva’) y está enmarcado dentro de su serie Sculptural Furniture, en la que hace especial hincapié en difuminar al máximo esa delgada línea entre escultura y objeto funcional.

Está inspirado en los glaciares de la Patagonia y en las formaciones rocosas del Gran Cañón del Colorado

El Drift Bench resulta bastante increíble a primera vista porque la sensación es de estar observando un verdadero trozo de glaciar o roca. El degradado de color que tiene en uno de los extremos está inspirado en los glaciares de la Patagonia en Argentina, así como en algunas formaciones rocosas del Gran Cañón del Colorado. Para su elaboración, Mastralengo llevó a cabo su especial cóctel de materiales. En este caso en concreto, hecho de arena teñida a mano, polvo de vidrio, espejo y cemento. Aunque su apariencia nos hace pensar que está a punto de derretirse cual glaciar, la combinación de ingredientes del Drift Bench nos hace un trampantojo, ya que en realidad es extremadamente resistente. Tanto es así, que también está concebido para ser usado al aire libre.