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Bru Romero

Seguimos aguantando este invierno de frío y lluvias, haciendo lo que más nos gusta: comer. Y como no podemos por más que seguir descubriendo lugares, de esos que nos devuelven al paraíso en la tierra, esos hotspots sin los que podemos pasar ni un minuto más, ponemos rumbo al nuevo restaurante del deseo de los paladares más sibaritas: Quispe.

Situado a un tiro de piedra de Alonso Martínez y apostando por el tapeo peruano en su más variada acepción, Quispe (un apellido peruano tan popular como García en España) se abre paso entre las coordenadas de los más exquisitos de la capital que quieren dejarse mimar por cualquiera de las especialidades del país que inventó el ceviche o de cualquiera de sus bebidas típicas como su rico pisco.

Una propuesta de raciones y tapas de autor mucho más desenfadada (y menos pesadas) y un interés por las sobremesas de cócteles y macerados, con el pisco como base absoluta, reinterpretan la idea que teníamos de la cocina peruana

Un proyecto salido del buen hacer del limeño César Figari que el año pasado comenzaría las pruebas en su local en Formentera y que ahora da el salto a Madrid, para mayor regocijo de los que pedíamos una propuesta diferente. Tapas de autor y raciones coordinadas por el chef Álex Vargas que sabe exprimir al máximo los sabores y texturas propios de una cultura como la peruana que no siempre resulta poco digestiva y que no puede olvidarse de las esencias líquidas al cargo, esta vez, por el barman Izael Ramos.

Tapas como sus salmón acevichado, conchas mely melo, cochinillo cara pulcra o pulpo en cau cau con salsa de ají amarillo ahumado, patatas en cubo y menta en perfecta armonía con sus niguiri de atún, salmón o lomo, el maki achorado con tempura de cebolla, langostino, lomo de res y salsa de lomo salteado o el ceviche de lubina con wasabi de su cocina fría o las berenjenas con yogurt ahumado, pimientos de Padrón y cachuetes, la tortilla de maíz con choclo, crema de ají y salsa amazónica, el arroz meloso con gambas, vieiras y calamares y el quinoto con tinta de calamar, mahonesa de rocoto y chimichurri de granada de sus opciones calientes. ¿Postres? Su tarta de limón con merengue suizo y alfajor peruano que deja sin palabras y una sobremesa marcada por el pisco sour como claro anfitrión y el chilcano como contrapunto de lujo. ¡Qué maravilla!

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