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–       Perdona, ¿cuánto vale esta sudadera?

–       90 euros.

–       Pero si tiene bolillas.

–       Claro, es que es vintage.

Esta conversación se suele repetir en muchas tiendas de segunda mano que venden ropa como si fuera vino, cuanto más viejo, más caro. No es el caso de esta charity shop en la que tuve la oportunidad de pasar una tarde para conocer el proyecto a fondo. Además de moda masculina y femenina, pude rebuscar entre vinilos que son auténticas reliquias, objetos de decoración únicos, juguetes de otras épocas, libros a precios de ganga y mil y una rarezas que gente de todo el país dona para recaudar fondos que se destinan a apoyar a afectados de una enfermedad rara, genética y sin cura llamada Epidermólisis Bullosa o Piel de Mariposa.

Siguiendo el modelo británico, los precios de la Tienda Solidaria Piel de Mariposa son muy asequibles. Ejemplos para ellas: rebeca beige de Pedro del Hierro (10 euros), bolso Vicosta (15 euros), camisa de cuadros Loewe (8 euros). Ellos pueden encontrar vaqueros Levi’s (10 euros), pantalones de pinza de Ted Baker (14 euros) o una parca verde de Pepe Jeans (30 euros). Jorge, el encargado, cuenta que el día que murió Paco de Lucía, un cliente encontró entre los vinilos un directo del maestro que había estado buscando media vida. “Dijo que hubiera pagado 300 euros por él, pero le costó seis y se fue dando saltos”.

Esta tienda solidaria sigue el modelo británico, vintage a precios asequibles y una causa de fondo: combatir una enfermedad rara y sin cura por el momento.

Alberto, un niño con Piel de Mariposa, inauguró la tienda el verano pasado cortando un lazo rojo con unas tijeras ante la emoción de los presentes. El crío tiene que ir vendado casi al completo ya que su piel es extremadamente frágil y se desprende con facilidad. Cada vez que Alberto y su familia visitan la tienda, agradecen a los voluntarios y al equipo el trabajo que están realizando. “Las tiendas Piel de Mariposa son un sitio donde la gente trae cosas que ya no necesita para que otros las compren y que así se nos cure la enfermedad lo antes posible”, cuenta Alberto sentado en la zona de los juguetes mientras dibuja en un folio el universo con plastidecores.

El local ha ganado fama rápidamente en Lavapiés y son muchos los que colaboran con la iniciativa, que cuenta con ocho tiendas más en España. La tarde está concurrida. Además de a Alberto y su madre, conozco a Ana, una diseñadora recién llegada de Londres, que lleva horas en el almacén creando una línea de ropa especialmente para la tienda a partir de la customización de prendas vintage que encuentra entre las donaciones. “Quiero que sea una colección de texturas vaporosas, suaves, que tenga que ver con el concepto de las mariposas”, dice ilusionada recortado tul. Miguel, un joven profesor de inglés y vecino del barrio, aparece con un carro de la compra transportando cajas y cajas de ropa. “Me mudo con mi chica a Ibiza y he venido a traeros medio armario. No podemos llevárnoslo todo”.

Aprovechando que Jorge está desempaquetando las cajas de Miguel, me pongo a cotillear entre sus cosas y no dudo en hacerme con una camisa estampada con osos, ciervos y demás motivos forestales que me queda como un guante.

–       Perdona, ¿cuánto vale esta camisa?

–       8 euros.

Y sin bolillas.

 

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