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Era una refrescante noche en el Sur de Australia cuando el fotógrafo Murray Fredericks, abandonó el cobijo de su campamento para adentrarse en las sombras de un sendero que lo condujo a la deslumbrante orilla de un lago. El horizonte le permitió encontrarse con un inusual sentimiento introspectivo y las ganas de mantener una buena charla consigo mismo, inspiró su nueva serie titulada Vanity.

Un inusual sentimiento introspectivo y de ganas mantener una buena charla consigo mismo, inspiró su nueva serie titulada Vanity

Vanity se presenta en Hamiltons Gallery en la ciudad de Londres, y es la continuación de la deslumbrante obra Salt del mismo Frederick, una selección de paisajes próximos al Lago Eyre. El horizonte, las inmensidad y el adictivo sentimiento de libertad que componen los encuadres son guiados en paralelo por un pintoresco juego de luz y espacio.

En la última colección, el fotógrafo interviene el panorama con un enorme espejo, instrumento predilecto de la vanidad, el cual transportado por él mismo y situado en el corazón de cada lago que se decide a conquistar. El espejo es estratégicamente colocado para dibujar una conexión luminosa con el entorno, sin ningún otro protagonista. El color y el espacio hacen el resto, y nos regalan una ventana abierta, a un mundo de pasividad que refleja un poco de nosotros, en una versión que no solemos ver todos los días.