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Entre los cumplidos más preciados que podemos recibir sobre la decoración de nuestra casa están algunos como “tienes mucho gusto”, “es muy tú” o “no es nada IKEA”.  Y más en estos tiempos que corren, en los que por motivos económicos o pereza existencial no nos queda otro remedio que ir de excursión a las afueras para desvalijar el establecimiento más cercano de la cadena sueca. Así estamos, todos con la misma funda de edredón en nuestro dormitorio, la misma mesa de centro LACK de veinte euros en el salón o el mismo bote de metal con agujeritos para secar los cubiertos a un lado del fregadero.

Lakari Kala es un término medio para aquellos que disfruten del mundo del interiorismo y busquen una alternativa a la recolecta de muebles abandonados en la calle. El local, situado en el número 20 de la calle Palma, a pocos pasos de Tribunal, tiene apenas un año y es un espacio dividido en dos: la tienda de muebles y el taller de restauración. Los responsables del proyecto son tres jóvenes de Pozuelo, Virginia, Ana y Alberto, que ya en 2011 se juntaron para empezar a crear, diseñar, tapizar y customizar mobiliario, objetos de decoración y todo lo que se les pusiera por delante.

Lakari Kala es una tienda de decoración retro con un taller de restauración de muebles en el que la madera y la tapicería son los protagonistas

Lakari Kala viene del hindú y significa arte en madera”, revela Alberto, gestionando en el mostrador las últimas compras de Reyes mientras una de las chicas trabaja en el taller. En Lakari no hay rastro de la racionalidad nórdica: sillas con tapicería customizada que cuelgan del techo, percheros que no son ganchos de metal sino canguros de madera o lámparas que tienen forma de altavoz. Todo para hacer de nuestras humildes moradas, oficinas y negocios unas verdaderas repúblicas independientes.

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