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Bru Romero

El barrio de Salamanca, en su empeño de defender su digna oposición gastronómica al centro de Madrid, añade un local más a su particular ejército culinario. Un nuevo negocio que, al amparo del grupo Zoko, desembarca en la calle Jorge Juan para demostrar que de modernidad también vive el barrio que en un momento pudo parecer demasiado carca para el body. ¿Conoces ya Krápula? F: Cortesía de Krápula

Un restaurante que lo mismo podría ser un garito de esos donde los más sofisticados malasañeros se dan cita semanal y que a modo de galería de arte viviente, diseñada por Diego Leandri, se entrega a la cocina castizoceánica como único objetivo. Una apuesta absoluta por una serie de platos a medio camino entre lo atlántico y lo chulapo que se apuntan el tanto y nos permiten arriesgar y ganar.

Javier Álvarez se encarga de dar un paso más en lo que entendemos como cocina moderna y se arriesga con una propuesta que bebe de lo de casa y del océano Atlántico

Un negocio de lo más irreverente donde las reglas están, totalmente, para romperlas; y donde es necesario ir con todos los sentidos sobre aviso. Porque Krápula puede ser de todo pero no es un sitio para bocas poco gamberras. De ahí que el chef Javier Álvarez sepa cómo hacer suyo desde un taco de camarones y pulpo a unas bravas con bacalao, pasando por unos mejillones en escabeche casero con espuma de ajo fermentado o unas albóndigas de atún y butifarra. Pero, ¿qué más? Pues si esos platos te han parecido algo diferente a lo que ya conoces, no deberías dudar en pedirte sus croquetas de ropa vieja y leche de coco, la pornografía de atún rojo de almadraba, el salteado de arroz salvaje con berberechos y kimchi casero, el solomillo de jabalí en escabeche de manzanilla y lemon grass, el baozi de chipirones y pork belly, los gambones al ajillo en tempura con oreja de árbol picante o unas costillas de atún salvaje con salsa hoisin.

¿Te parece poca fantasía? Pues atrévete con cualquiera de los combinados del maestro coctelero Luis Inchaurraga, que no harán otra cosa que provocar que tus papilas no se duerman en los laureles y disfruten de una experiencia rompedora para iniciados en la materia; y necesaria para aquellos que no quieran bajar el listón ni que la fiesta pare. ¡Bravo!

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