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Curtocircuíto, el Festival de Cine Internacional de Santiago de Compostela, celebró este año su decimocuarta edición presentando una programación, invitados y actividades de lujo para el ojo avizor cinéfilo y artístico. Una significativa edición con la que continúa madurando y consolidándose como evento independiente y vanguardista, muy necesario por esas latitudes peninsulares. En medio de la vorágine de inputs y proyecciones, descubrimos Nueva Galicia, un interesante proyecto del fotógrafo gallego Iván Nespereira (Ourense, 1978), que nace de ese ímpetu herzoguiano de encomendarse al viaje para encontrarse con realidades desconocidas y sus historias, a veces inverosímiles.

El destino le llevó a cruzar el charco para visitar Perú; allí, casi por arte de magia, se encontró con la historia que inexorablemente estaba buscando

A Nespereira el destino le llevó a cruzar el charco, concretamente para visitar Perú; allí, casi por arte de magia se encontró con la historia que inexorablemente estaba buscando (o quizás la historia le buscó a él): la huella dejada por los emigrantes europeos a través del Amazonas atraídos por la fiebre del caucho, muchos de ellos gallegos. Un relato apasionante, antropológico, que le mantuvo absorto durante más de ocho años en los cuales se dedicó a documentarse, atravesar el Atlántico varias veces, embarcarse por los ríos Amazonas, Ucayali y Abujao, y plasmar fotográficamente todo ese entramado. La materialización de toda esta inconmensurable labor llegó este año en forma de un espléndido primer libro, Nueva Galicia, y a su vez en un corto documental homónimo (que se pudo ver en primicia mundial en Curtocircuíto).

Tuvimos la oportunidad de entrevistar a Iván Nespereira para embarcarnos nosotros ahora en esta Nueva Galicia, y conocer de primera mano las aristas de este periplo vital…

¿Cómo, cuándo y dónde entraste en contacto con esta historia?

El principio de Nueva Galicia surge de una casualidad. Yo estaba en Perú en 2008. Una amiga que vivía allí me animó a realizar el trayecto Pucallpa-Iquitos en un barco. Así que le hice caso, viajé a Pucallpa desde Lima, allí me fui al puerto y embarqué en el barco que más confianza me daba. Los barcos que realizan esta ruta transportan pasajeros y mercancías. Son la única forma de llegar a cientos de pueblos, y también la forma que tienen pescadores y agricultores de transportar sus productos a las ciudades para la venta. Es un viaje lento, tardan alrededor de 4 noches en realizar la ruta. Tienes mucho tiempo para conocer a otra gente que viaja, para observar la selva y para decorar libros. En uno de los tiempos muertos se me acercó el capitán, comenzamos a hablar y resultó que sus antepasados eran galegos. Durante los días que duró el viaje hicimos migas. Él me hablaba de sus antepasados, yo le hablaba de Galicia. Cuando el barco atracó en Iquitos me pasé unos días visitando a familias que me contaban las historias de sus antepasados. En esos días se gestó Nueva Galicia.

© Iván Nespereira _ Nueva Galicia

¿Qué fue lo que más te fascinó para emprender el proyecto y salvaguardar o recuperar esa parte tan concreta de la emigración galega llamada por la fiebre del caucho?

Me llamó mucho la atención que las familias que yo visitaba habían perdido el arraigo por Galicia. Esa palabra tan gallega como morriña no aparecía en las conversaciones que tenía cuando los visitaba. En mi familia, como creo que en la mayoría de las familias en Galicia, hay emigrantes de diferentes generaciones. Siempre se me había transmitido que los emigrantes tenían un deseo de regresar, aunque fuese de forma temporal, a sus orígenes. La mayoría de los que conocí en Iquitos lo incumplía.

Para seguir estos rastros decidí viajar en los mismos medios de transporte que emigrantes y exploradores, en barcos, desde el Amazonas a Europa

¿Realizaste una sola vez la ruta documentando todo a tu paso o tuviste que hacer y deshacer lo andado varias veces? ¿De cuánto tiempo estamos hablando?

Nueva Galicia registra los rastros de dos movimientos. El primero el del árbol del caucho, sus semillas fueron transportadas desde Brasil a Inglaterra por el explorador británico, lo que permitió que la especie se expandiese por todo el mundo. El segundo el de un grupo de emigrantes gallegos que viajan al Amazonas, atraídos por el auge económico que generó la extracción del caucho. Para seguir estos rastros decidí viajar en los mismos medios de transporte que ellos, en barcos, desde el Amazonas a Europa. Descendí y remonté el Amazonas desde Iquitos a Belem do Pará dos veces. Realicé la ruta Iquitos-Pucallpa-Iquitos varias veces. La única ruta que recorrí una sola vez es la del Atlántico, desde Brasil a España viajé en una sola ocasión. Me gusta pasar varias veces por el mismo sitio, para trabajar creo que es necesario estar en los sitios un tiempo, no ir de pasada. Así uno puede evitar fotografiar sólo lo superficial. A esto hay que sumarle el trabajo en el estudio, la investigación. Trabajé en el proyecto de 2010 hasta 2017.

¿La idea de contarlo todo a través de un fotolibro era premeditada, surgió a medida que avanzabas o a posteriori?

Desde que empecé a trabajar, el fotolibro me pareció el formato ideal para mostrar el proyecto. El libro me permitió construir una secuencia con fotografías, mapas, reproducciones de documentos y textos.

Se nota un trabajo de documentación e indagación bastante exhaustivo ¿te costó encontrar la información que buscabas, ponerte en contacto con los protagonistas descendientes de aquellos inmigrantes galegos, llegar a ese otro fin del mundo?

La parte más compleja fue llegar a Nueva Galicia, el lugar que da nombre al proyecto

Encontrar a las familias en la selva fue relativamente sencillo. Una me iba llevando a la otra y así sucesivamente. La parte de documentación también fue sencilla. Muchos documentos están digitalizados y también muchos de los libros que consulté de bibliotecas en Brasil, Perú y Estados Unidos.

La parte más compleja fue llegar a Nueva Galicia, el lugar que da nombre al proyecto. En uno de mis viajes me regalaron un mapa del Amazonas peruano donde aparece un pueblo llamado Nueva Galicia. Me pareció el punto de partida ideal. Así que viajé hasta allí. El lugar está en un pequeño río, el Abujao, un afluente del Ucayali que nace en la frontera entre Brasil y Perú. Llegar hasta allí es complejo. Tienes que viajar de un pueblo a otro. Esperar a que los ríos lleven mucha agua para navegarlos.

© Iván Nespereira _ Nueva Galicia

El proyecto tiene algo de herzoguiano (de hecho hay varios films del maestro Werner Herzog que están rodados por la Amazonia Peruana) en cuanto a ese punto de realismo-mágico, ese surrealismo latente en la propia historia y cómo adquiere un nuevo significado, y la conclusión final en forma de película.  ¿La realidad de los relatos que encontraste superó tu expectativas?

Cuando se desarrolla un proyecto con plazos de tiempo tan amplios uno se va encontrando cosas que superan con creces las expectativas iniciales. No tanto por los relatos individuales, sino por las ramas que surgen, sobretodo a partir de la investigación y de los pequeños descubrimientos.

¿Por qué decides concluir con un film? ¿Cómo lo ha acogido el público del festival Curtocircuito?

La idea de comenzar con un registro cinematográfico surge en el tercer viaje. Hay fotografías que no funcionaban, así que comencé a grabar vídeos. Cuando volví al estudio y visioné esos planos vi que había posibilidades de trabajar una parte fílmica. Así que en el último viaje aumenté este registro y finalmente edité la película que se ha estrenado en Curtocircuíto. Estoy muy contento con la acogida. Cuando proyectas en un festival hay una cercanía con el público que te permite conocer su opinión. Es muy enriquecedor.

La edición y el propio contenido del libro me llevan a pensar en un cuaderno de bitácora o la caja negra de un avión donde se salvaguarda todo, pase lo que pase, pero también en un cuaderno de ejercicios donde practicar el ensayo/error, el ir y venir. ¿Supuso un nuevo ejercicio fotográfico para ti?

Formalizar la publicación supuso un ejercicio nuevo para mi. El diseño intentó imitar el cuaderno de un investigador. De ahí la encuadernación. Después surgió la portada de caucho, la idea es que cuando te enfrentas al libro tienes ahí la textura gomosa del caucho, que es el motor de todo lo que se registra en el libro.

La idea es que cuando te enfrentas al libro tienes ahí la textura gomosa del caucho, que es el motor de todo lo que se registra en el libro

Parece haber un juego visual entre dos mundo el Nuevo y el Viejo, que aunque muy diferentes y separados por un océano, en el libro se sienten hermanados. Entiendo que hay algunas imágenes que no han sido tomadas en Perú, ¿qué otras realidades estás contraponiendo para relatar esta historia?

La secuencia de fotografías que componen la publicación enfrenta imágenes realizadas en América e imágenes tomadas en Europa. Este juego permite relatar diferentes capas que afloran en la investigación. Como un país colonizador representa la selva en un jardín botánico. Como un país colonizado representa al colonizador en la reproducción de una estatua. Los juegos y los conflictos que surgieron por los dos movimientos registrados en Nueva Galicia. Los juegos de poder, la conspiración y las traiciones.

¿En qué aventura estás ahora inmerso?

Ahora toca socializar el libro y la película. Después de tanto tiempo invertido uno necesita recibir un feedback y desprenderse. También me gustaría encontrar tiempo y economía para editar un trabajo sobre Galicia en el que llevo trabajando desde 2006. El título es 30122. Ese número, 30122 se refiere al número de núcleos con nombre propio, poblados o no, que hay en Galicia. Dicha cifra representa casi el 50% de los topónimos que hay en España. Esto dibuja un mapa muy concreto, donde no existen grandes espacios sin habitar. A partir de este dato fotografío Galicia buscando construir una mapa a partir de fotografías.

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