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Ariana Díaz Celma

Aún existen lugares de la vieja escuela. Rincones que huyen de la modernidad y que utilizan su solera como bandera del éxito. Es el caso de Belvedere, uno de los secretos más bien guardados de Barcelona, un restaurante-coctelería escondido en uno de los pasajes de la ciudad y que ha permanecido casi impasible al tiempo. Y son más de 30 años los que lleva abierto, casi nada. Manteles y sofás tapizados al más puro estilo old school, además de una terraza acogedora por definición, convierten el lugar en un must.

Su carta es convencional pero apetitosa y un acierto de pies a cabeza. Entre las especialidades del chef destacan la fideuá de bogavante, el guiso de liebre con lentejas o el estofado al Bourguignon. Entre los entrantes prueba el mil hojas de calabacín y brandada con setas de temporada o el carpaccio de buey con parmesano y trufas al Argmagnac. La sección de pescados y carnes es clásica pero no falla. Brocheta de rape y langostinos a las finas hierbas, steak tartar o la perdiz de Alcántara son aciertos seguros. El final dulce es más que satisfactorio. Aunque estos varían ligeramente, son imprescindibles la naranja quemada con Marrón Glacé o la sopa caliente de frutos rojos con helado de vainilla. Como era de esperar, tan exquisito manjar sale a partir de unos 40 euros, que seguro pagarás con gusto.

Una vez se ha terminado de comer llega la mejor parte: los cócteles. El lugar cuenta con una gran selección de bebidas premium y controla como cualquier local clásico la coctelería tradicional, así que pide lo que se te antoje, seguro que lo tendrán. La sobremesa perfecta para alargar una experiencia que seguro no quieres que termine y que repetirás.

La experiencia bien vale un 10 redondo.

Detalles




  • Dirección: Passatge Mercader, 13 Barcelona