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Ariana Díaz Celma

Sí, sabemos que Ikibana ya es un clásico del Born. Ahora, pero, ha abierto nueva sucursal en Paral·lel, a pocos metros del Tickets y  21º -el tándem de los hermanos Adrià-, lo que sigue dando forma a la zona como punto neurálgico en el sector gastronómico -no olvidemos que no muy lejos encontramos también el Xemei, por nombrar alguna referencia más-. Aunque con un porcentaje de la carta idéntico al de su predecesor, el nuevo Ikibana cuenta con otros platos algo más selectos, lo cual da un plus a su ya clásica carta braseileño-japonesa. Así pues, el lugar suma las bondades de la gastronomía nipona y la sensualidad brasileña en un espacio que, como mínimo, se puede tachar de impecable. La visita es obligada mínimo una vez en la vida, aunque las vistas se pagan.

Como muchos sabrán, Brasil cuenta con la colonia de japoneses más grande del mundo fuera de las fronteras niponas. Es por ello que el país carioca ha desarrollado una gastronomía muy particular, en la que los sabores japoneses se fusionan con la cálida tradición de Brasil. Si coger un avión resulta demasiado engorroso, una visita a Ikibana servirá para despejar la incógnita. Alfonso Aranda, el chef, es el encargado de preparar recetas de fusión a las que sólo podrán someterse paladares un tanto arriesgados. Lo mejor es empezar con una selección de makis y uramakis, ideales para compartir. Son recomendables el Picasso Uramaki, el rollo con alga nori cubierto de arroz relleno de foie mi-cuit y chips de plátano, envuelto en foie glaseado y caviar de trufa; así como el Hot Geisha, un sake maki tempurizado con tartar de salmón, especias y salsa Taré. Como en good2b somos fans de las gyozas, recomendamos que pruebes las suyas, con ternera, cebolla tierna, cilantro con un caldo dashi, setas shitake y algas tosaka.

La carta de este nuevo Ikibana se especializa en su sección de pescados, como es el caso del curioso bacalao negro glaseado con miso, feijoada de judías azuki, calamar, naranja y amaebi. Entre las carnes, cabe destacar el plato estrella de la carta: el tataki de ternera rebozado en una mezcla de pimientas, pure de boniato-wasabi y virutas de foie. Otras opciones son el entrecote de Wagyu con crujiente de alga wakame y salsa de pimienta negra. Sus postres son todos recomendables, sin exclusión alguna. 

La arquitectura del lugar, a cargo de El Equipo Creativo -el mismo que se ha encargado del cercano 41ª-, va ligada a su gastronomía. Los 260 m2 de su comedor pretenden reproducir un paisaje a base de flores de ikebana -una forma de trabajar las plantas en Japón- integrado por varias islas, donde las barras y las cocinas se reparten con bastante fluidez.

Comer o cenar en Ikibana -su cocina funciona en modo non stop- te costará entre 25 y 40 euros.