By
Bru Romero

Las buenas amistades, como las familias (generalmente), siempre están ahí. Pueden mudar de piel pero siempre permanecen a nuestro lado como ese refugio al que volver cuando queremos regresar a nuestros orígenes, cuando queremos recuperar las energías que nos faltan. Tanto las buenas amistades como la familia nos son fieles y las sensaciones que nos despiertan son absolutamente equiparables a ese restaurante al que se regresa por el buen servicio, mejor trato y una variada que nos hace sentir como en casa. El Ginger es de esos.

Si lo tuyo es la fusión y las raciones abundantes, el Ginger es siempre tu opción más segura

Abierto a cualquier hora (ver horario) y siempre a punto para ofrecerte cobijo tanto si tienes hambre, sed o simplemente necesitas un buen café (o copazo), el restaurante Ginger se añade a la gran familia que el Grupo Andilana ha creado en Madrid. A locales como La Finca de Susana, Bazaar o La Gloria de Montera, el Ginger añade ese toque de elegancia íntima y sofisticada puesta en escena de mercado entre unos fogones que tienen mucho que ofrecer.

Un local cuya única pretensión es hacerte el día más sencillo, con una propuesta gastronómica competente y una variada selección de platos dispuestos para que nadie se aburra. Cocina mediterránea que mantiene los mismos sabores reconocibles de antaño y que con una pequeña vuelta de tuerca cosmopolita, nos hacen sacar una sonrisa.

Platos como la tempura de langostinos con espuma de soja, el parmentier con cigalas y mantequilla de setas, las tartinas de verduras con queso de cabra, el risotto de ceps y trufas, el bacalao gratinado sobre pisto, los dados de salmón plancha con dados de calabacín y setas o su confit de pato con dulce de pimiento y tomate hacen que no queramos despedirnos definitivamente de este punto de encuentro de cualquier amante de la cocina que mantiene en el Ginger, su particular básico al que volver sin reparo.

Detalles