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Portadas de terciopelo, de caucho, encuadernación japonesa, wire-o’s, tapas duras, tapas blandas, papel fotocopiado, mate, estucados, grandes, minúsculos… El fotolibro se ha convertido en un objeto de diseño (y de deseo) que deja atrás su concepción de mero contenedor para convertirse, con sus rasgos materiales, en parte del relato. La historia ya no la cuentan solo las fotografías sino el conjunto de decisiones formales y conceptuales que dan forma a ese objeto. Un objeto en obligada búsqueda del equilibrio entre forma y contenido.

Portadas de terciopelo, de caucho, encuadernación japonesa, wire-o’s, tapas duras, tapas blandas, papel fotocopiado…

Cada año, el concepto ‘fotolibro’ está más y mejor asimilado en nuestro país. Diferentes eventos como PhotoEspaña y Fiebre Photobook en Madrid o Fenómeno Fotolibro en Barcelona, vienen haciendo un trabajo de difusión y divulgación esencial para que este formato trascienda la endogamia de su consumidor habitual y alcance un público más amplio. Precisamente, el pasado 30 de marzo, en el marco de Fenómeno Fotolibro, el fotógrafo británico Martin Parr, proponía una lista con sus cincuenta fotolibros favoritos que, a su vez, estuvieron expuestos en el CCCB hasta agosto de este mismo año. Un recorrido histórico que abarcaba un amplio abanico de épocas, estilos y lenguajes y que reivindicaba el fotolibro como un formato con su propia idiosincrasia.

Nosotros os proponemos una selección más sencilla pero representativa de los fotolibros que más nos han gustado en este 2017 que ya termina.  Como siempre, un Top 5 + bonus track no llega ni para empezar pero aquí van algunas de esas joyas que nos han conquistado:

Cerro Gordo, de David Black (Hat & Beard Press): conocido principalmente por su trabajo comercial para artistas como Daft Punk, Cat Power o Kendrick Lamar, Black se desvela en esta publicación como un explorador suburbano que construye su propio imaginario a través de la luz y la oscuridad de una ciudad inabarcable: Los Ángeles.

Ravens, de Masahisa Fukase (MACK): aunque este libro se publicó originalmente en 1986, la editorial MACK sacó el pasado mes de mayo un facsímil de la primera edición que no podíamos dejar de mencionar. Es sin duda un hito en la historia del fotolibro y en él Fukase expresa, a través de la imagen mitificada del cuervo, un momento vital lleno de angustia y oscuridad. Tapa dura repujada en relieve en caja de cartón serigrafiada. Imprescindible.

Tokyo is yours, de Meg Hewitt (Narayana Press): este libro no es japonés pero podría serlo. Cercana por momentos al expresionismo de Masahisa Fukase, Hewitt se adentra en las miserias y vergüenzas del Japón oculto al turista y lo retrata a base de flash y grano. Todo un desgarro en blanco y negro.

A place both wonderful and strange, varios artistas (Fuego Books): este libro tenía que ocurrir; era inevitable que del tsunami Twin Peaks surgiera un proyecto como este. La buena noticia es que, además, es una preciosidad. Un libro lleno de aciertos que supera la propia iconografía de la serie para, de entre la heterodoxia de fotógrafos participantes, emerger como una obra coherente, tamizada en su conjunto por ese halo misterioso de la obra de Lynch, cuya influencia parece ser omnipresente en los tiempos que corren. Y como no podía ser de otra manera, tiene portada de terciopelo rojo. Probablemente, el fotolibro más sexy de 2017.

Night Procession, de Stephen Gill (Nobody Books): con introducción del popular escritor noruego Karl Ove Knausgård y claramente inspirado en el trabajo del pionero George Shiras III, este fotolibro nos descubre la naturaleza oculta al ser humano y nos sumerge en el espanto de la noche. Un libro inquietante construido del encuentro máquina-animal, en el que los propios animales salvajes, con sus reacciones, componen las fotos dando lugar a imágenes alucinantes, casi lisérgicas.

Nueva Galicia, de Iván Nespereira (autoeditado): y siguiendo con portadas molonas, este libro es, sin duda, una de las revelaciones del año en España. El primer libro del gallego Nespereira es un auténtico periplo geográfico, histórico y personal. Con cubiertas de caucho y cartón, es, con seguridad, uno de los objetos más atractivos que se hayan publicado este año en nuestro país. Un viaje por la selva amazónica en busca de rastros perdidos. Aquí podéis leer la entrevista que le hicimos a su paso por Curtocircuíto, Festival de Cine de Santiago de Compostela, el pasado mes de octubre donde presentó en primicia mundial una pieza documental que complementa el libro.

Otras maravillas que nos ha regalado 2017 son Deep Springs de Sam Contis (MACK, 2017); Monsanto: A Photographic Investigation de Mathieu Asselin (Verlag Kettle, 2017); Corbeau de Anne Golaz (MACK, 2017) o Memorial de Julián Barón (KWY Ediciones, 2017).

¿Y para 2018, qué? Nos esperan libros de artistas jóvenes como Laia Abril o Katrin Koenning y de viejos conocidos como Shelby Lee Adams, Antoine D’Agata o Robert Polidori. ¡Ya veremos con cuáles nos quedamos!