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Ariana Díaz Celma

Albert Folch y Rafa Martínez son Folch Studio, uno de los estudios de diseño más poco convencionales a día de hoy, pero quizá también uno de los que imprimen un sello más personal en su trabajo. Apasionados del mundo editorial en versión papel, se atreven cada vez más a indagar en el online sin que ello signifique perder su identidad. Además de estar detrás de publicaciones míticas como Apartamento u otras de nueva factura como Fucking Young, cuentan con proyectos propios como la revista erótica Odiseo o El Dorado Experience, una publicación en colaboración con el fotógrafo Dizy Díaz que trata el surf desde una perspectiva muy particular y humana. Entrevistamos a Albert, cara visible del estudio, y Rafa, la figura a la sombra del mismo, con motivo del lanzamiento de su segundo número, que se gestó el pasado febrero en Panamá…

¿Cuánto hace que surfeáis?

RM: De forma regular unos cuatro o cinco años, aunque Albert se lo toma más en serio que yo.

Acabáis de lanzar la segunda entrega de El Dorado, una publicación que demuestra que el surf se ha convertido, más que un deporte, en un estilo de vida. ¿A qué creéis que se debe este cambio? ¿Revistas como El Dorado u otras publicaciones como Acid han tenido algo que ver?

AF: El estilo de vida creo que es un cliché. Lo que sí detectamos es que hay un movimiento entre gente que vive en la cuidad, sobre todo aquellos relacionados con profesiones más creativas, que empiezan a utilizar la no cuidad o lo no urbano como modelo de ocio. Intentamos buscar una rendija para trabajar esta vía y la encontramos en el surf porque es lo que hacemos. Wax, Saturdays, Acid o incluso Desilusion creo que han hecho la misma reflexión que nosotros.

¿Qué diferencia El Dorado Experience de estas publicaciones?

AF: En El Dorado no sólo hablamos de surf.

¿Y qué diferencia hay entre el #1 y el #2, además de su localización?

AF: Esta segunda entrega ha sido, de momento, una revista en papel, pero ha nacido con la voluntad de que El Dorado empiece a existir también en formato digital. Nos hemos dado cuenta de que mucha gente a nuestro alrededor hace viajes que también nos gustaría incluir en el paraguas de El Dorado, pero que no podemos sacar en papel y ahí entra en juego la plataforma online. Eso sí, siempre tenemos que hablar de experiencias, para mí ir a un hotel a Nueva York no lo es, pero una excursion a Montgat puede serlo.

RM: Todas las historias que incluiremos en la versión digital deben tener tres patas: la experiencia, el deporte y una mirada muy particular, la del filtro Folch. Por supuesto, hay una parte importante del trabajo que está en la edición, pero el material debe cumplir ciertos requisitos.

AF: Hemos recibido material que no cumple la calidad estética que buscamos. Vamos a ser exigentes.

Entonces podemos decir que os rendís al mundo digital…

AF: Si sólo editamos en papel nos perdemos muchas experiencias interesantes. Se trata de un discurso que hemos ido creando con el proyecto editorial digital, pero nunca dejaremos de lado el soporte físico.

RM: Además, no replicaremos contenidos. En la revista habrán ciertas experiencias y en el papel otras distintas.

Este discurso va más allá del que tendría un estudio de diseño al uso…

RM: La verdad es que ya no nos vemos como un estudio de diseño, aunque tampoco sabría decirte qué somos, nos cuesta definirnos.

AF: Si un producto es difícil de explicar estás haciendo algo nuevo y creo que ahí estamos nosotros.

En la presentación vimos un vídeo de un minuto a forma de teaser de lo que ha sido El Dorado Experience en Panamá. No obstante, después de un mes fuera, y teniendo en cuenta lo bonitas que son las imágenes, echamos de menos una pieza un poco más larga…

AF: Se trata de un hecho voluntario. La productora que ha sido nuestro partner en esta aventura en el plano audiovisual grabó mucho material. Lo que mostramos en la presentación era una cápsula, pero en breve habrá un pequeño documental. Queremos que El Dorado sea un discurso in crescendo y poder ir ofreciendo nuevo material en la web.

Os gusta la ambigüedad…

AF: No somos claros a posta. Queremos revelar contenido con el tiempo de forma estudiada.

RM: Consideramos nuestro discurso deliveradamente fragmentado. Queremos que El Dorado sea una marca con distintos vehículos, buscamos crear un universo creativo sin que sea un discurso lineal.

Os gusta más sugerir que contar…

RM: Queremos que la gente se quede con ganas de más, hoy en día funcionamos mucho por inputs e intentamos jugar con ello.

¿Cuál es el criterio Folch para buscar destino?

AF: Queremos ir siempre a lugares no muy masificados y auténticos. Aunque esto no significa que un día no vayamos a California, que también nos gusta.

RM: Al final el destino es una buena herramienta de márketing. La gente nos pregunta dónde iremos a la próxima.

¿Y cuál será?

AF: Sólo diremos que es cercano y mediterráneo. Tener un resultado exótico en Panamá es fácil, ahora intentaremos tenerlo en un lugar muy cercano.

Podemos decir que El Dorado tiene cierta coherencia si tenemos en cuenta que es una publicación resultado de un estudio de diseño formado por un ex geólogo y un ex periodista…

AF: Aún diría más, de un biólogo frustrado. Acabé siendo geólogo y El Dorado conecta un poco este background con lo que hago ahora. Sin mi pasado probablemente no habría acabado haciendo un bodegón de conchas en la exposición de inauguración, por ejemplo. O no habrían dibujos de animales en la revista, todos obra de Angela Palacios.

Hablemos un poco de vosotros. Todo el mundo sabe que Folch Studio tiene dos caras -una visible y la otra algo más oculta que hoy queremos conocer mejor-, pero poca gente conoce la historia de vuestra unión. ¿Cómo llegan Rafa y Albert a ser el ying y el yang de Folch Studio?

AF: Nos conocemos desde el instituto, nos gustaba la música electrónica y habíamos montado fiestas juntos. Él pinchaba, yo hacía flyers… Éramos un buen equipo, pero con el tiempo tomamos caminos distintos.

RM: Yo no sabía si ser abogado o filósofo y acabé estudiando periodismo, aunque siempre me he dedicado al mundo de la empresa.

AF: Hace cosa de cinco años coincidimos de nuevo y vimos que era el momento de que Rafa se involucara en la dinámica del estudio. Y la verdad es que ha cambiado la visión de mi trabajo. Cada vez soy menos diseñador y más algo que no sé cómo definir pero que me gusta.

RM: Siempre había sabido que se tenía que hablar más del concepto de Folch como marca de proyectos, aunque con mucho sentido estético.

Podemos decir que sois uno de los pocos estudios que ha sabido dar un valor extra al papel, en un momento en el que el modelo parece que está en crisis…

AF: El papel se tiene que reinventar. Además, aunque menos, se sigue produciendo mucho.

RM: El papel tiene sentido, pero se tiene que tratar de diferente modo a hace cinco o diez años. Creo que Folch ha tenido intuición en eso.

AF: Además trabajamos todos los proyectos desde un plano muy conceptual. Por ejemplo, con Odiseo siempre le damos mil vueltas a lo que debería tener cabida y lo que no. Lo mismo con El Dorado y sus portadas, que no hablan de deporte ni de surf. Queremos dar sensaciones y valores de secta con una línea creativa muy mental, casi yogui.

Podemos decir que en este sentido sois muy genuinos..

RM: Nos gusta trabajar pensando en qué quiere la persona que lo compra, no una marca. El error que se comete hoy en día con las publicaciones es el de dimensionar. No siempre se puede crecer. Hay publicaciones que nacen para tener tiradas limitadas, como El Dorado que tiene 700 y por su naturaleza no podemos pensar que acabaremos tirando 70.000…

Transportar esta genuidad al online igual es más complicado y es uno de los puntos en los que parece trabajáis más fuerte últimamente…

RM: Ahora mismo nuestro principal reto es ser capaces de transportar la esencia del papel al mundo digital sin intentar ser un pdf interactivo. El papel tiene una vida larga pero también muchas limitaciones, por eso hay que contar con el online para ciertas cosas. Aunque Odiseo, por ejemplo, nunca se contemplaría como una revista en la red. Hay que ser coherentes. Creo, además, que el discurso publicitario en nuevos medios ha perdido fuerza en virtud del discurso editorial.

Sois muy fieles a vuestros principios y vuestra forma de trabajar. ¿Cualquier cliente puede tener vuestros servicios?

AF: Ante todo, somos conscientes de que somos una empresa de servicios, así que en principio aceptamos todo lo que nos proponen. Lo que sí es cierto es que si no empatizamos con el cliente le contamos cómo trabajamos para que todo fluya bien. Pero no somos un estudio que dé opciones, aquí sólo hay una línea de trabajo.

RM: A veces la mejor forma de ganar un cliente es también diciendo «no». Ese proyecto no encaja pero al tiempo vienen con otro que ven que es perfecto para lo que hacemos. No obstante, los proyectos se filtran solos, la gente que llega aquí ya sabe a qué viene.

Vuestros hotspots favoritos son…

AF: La playa de la Barceloneta, aún siendo consciente de sus limitaciones.

RM: El estudio.

Prohibiríais…

AF: Que hayan tantos guiris, las tiendas basura, los carteles feos, hacer espigones y puertos… Creo que nos estamos cargando Barcelona.

RM: A mí me cuesta pensar en prohibir algo. Aunque el ruido me molesta. Más que prohibiciones, creo que lo que necesitamos es más educación y consciencia.

Ahora que viene la época de festivales. No podéis parar de escuchar…

AF: Yo me acabo de vender el abono del Primavera Sound, imagina. Pero me haría ilusión ir al Porta Ferrada de Sant Feliu de Guíxols para ver a Belle&Sebastian.

RM: Suena clásico, pero a Johnny Cage.

Nunca pensabais que terminaríais…

RM: Surfeando.

AF: Hablando para 50 personas y que les resulte interesante lo que cuentas.

Para vosotros es good2b…

RM: Estar en calma. Cuando aterricé en Folch Studio me sorprendió lo lento que iba todo, la sensación de que nada avanzaba y con el tiempo he aprendido lo importante que es bajar marchas.

AF: Estar tranquilo. Aunque desde que Rafa está en el estudio hemos agilizado el ritmo de trabajo.

*Foto por Cecilia Díaz Betz