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Alejandra Chacón de Azúa

En 1952, el músico y compositor John Cage se dispuso a crear “4’33”, también conocida como “la pieza silenciosa”. Con la intención de demostrar que el silencio no existe, dedicó a esta obra mucho más tiempo que a cualquier otra creación. Para ello, se encerró en lo que se conoce como cámara anecoica: una habitación totalmente insonorizada pensada para no tener sonidos externos. Sin embargo, el experimento resultó no ser totalmente silencioso. El músico se sorprendió de que aún y estando totalmente aislado, podía escuchar dos sonidos; el primero, su sistema nervioso, y el segundo, el latido de su corazón. Desde entonces, el silencio se ha convertido en un elemento fascinante y de interés para muchos. Es el ejemplo del fotógrafo Daniel Kovalovszky, quien ha capturado el silencio que se puede sentir en plena naturaleza.

La serie fotográfica titulada Green Silence tiene como objetivo personal escapar de esa vida mundana que representan las grandes ciudades

La serie fotográfica titulada Green Silence tiene como objetivo escapar de esa vida mundana que representan las grandes ciudades. Y en concreto, para Daniel Kovalovszky, significa encontrarse a sí mismo, entrar en ese silencio ilimitado que te lleva al origen de todo. Por ello, ha querido retratar distintos elementos visuales de la naturaleza que conviven en la más perfecta harmonía y calma como son los árboles, las hojas y los troncos secos, y cómo se relacionan con su medio. Tal y como Kovalovszky describe en su página web: «todo está en el lugar que debe estar. En los bosques, todo es perfecto, nada puede ser falso o equivocado». 

Analizando sus instantáneas, el elemento característico de todas ellas son los árboles. Esos troncos que han estado marcados por el paso del tiempo, mientras que todo a su alrededor ha ido evolucionando. Así, lo único que cambia, y que realmente da ese punto más colorido en las fotografías, son tanto el cielo, como la tierra – que comprende todo lo que nace a los pies de los imperiales troncos-. Además, tienen ese poder de atracción, con el que podemos llegar a sumergirnos por completo en las fotografías, y darnos cuenta, una vez dentro, de que lo que realmente transmiten todas ellas es paz y tranquilidad. Consiguen que queramos formar parte de esa naturaleza a la que estamos expuestos.

Y es que, si Cage se centraba en el silencio para saber si la música o el sonido iban a desaparecer en algún momento, Daniel Kovalovszky busca en él, la sustancia más tierna, más real y su yo más íntimo.

Piérdete en sus campos más perfectos en su página web, y descubre más sobre él.