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Bru Romero

Pocos platos hay en nuestra gastronomía que hayan sido tan mal ejecutados como la tortilla de patata. Una opción sobre la mesa básica y sencilla como ella sola, pero que no por ello se sirve como su receta original exige y nuestro paladar agradece. Una cuestión que nada tiene que ver con la mezcla (a lo loco) de huevos, patatas, aceite y, en algunos casos, cebolla, y sí con una impecable procesión de pasos que convierten este plato en una obra maestra al paladar. ¿Las mejores? Muchas. Eso sí, como las de Colósimo muy pocas. F: Todas las imágenes por cortesía de Colósimo

Ricardo y José Manuel Romero comienzan su andadura en solitario con Colósimo, una casa de comidas donde el chup-chup de sus guisos recupera nuestro amor por la tradición y su tortilla de patata

Ponemos rumbo al barrio de Salamanca para dejarnos caer por el restaurante de los hermanos Romero. Un local (antiguo bar de copas homónimo) de barra y taburetes y mesas altas y bajas, donde los gaditanos Ricardo y José Manuel ponen en práctica lo aprendido en la Venta Alegría.

Un negocio cuyos fogones han llegado para quedarse. Una aventura gastronómica que, a modo de casa de comidas de toda la vida, se desarrolla hasta el enésimo hervor entre guisos que merece la pena conocer, materias primas de primera, tradición en estado puro y un chup-chup que ya nos da una pista de cómo serán los sabores a degustar.

Un Colósimo que sabe a ensaladilla, caballa escabechada, croquetas de puchero, chipirones rellenos, codillo con crema de berenjena asada, cochinillo confitado, verduras con langostinos y una tortilla de patata (bien de cebolla, con patata agria, huevos camperos, poco cuajada y servida con una buena rebanada de pan de Panic) que, por méritos propios, se ha convertido en su mejor carta de presentación. ¿Y los postres? Su tocino de cielo que hace, indiscutiblemente, honor a su nombre. Pura fantasía, tu nuevo pecado gastro al que sucumbir por amor a la tortilla de patata y sin el menor miramiento.

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