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Bru Romero

Los restaurantes con historia me encantan. No es lo mismo un negocio donde la novedad es su único órdago ante el cliente que otros que a su vez, suman un recorrido de años para fortalecer (aún más) su propuesta culinaria. Es lo que ocurre con Casa Vicenta que no solo te hace sentir como en casa sino cuya historia se remonta a la época de nuestros tatarabuelos, a un pequeño pueblo de Segovia donde de lo que mejor sabían era de hincar el diente.

Pero hay que remontarse muchas décadas atrás, digamos hasta 1921, fecha en la que nace Vicenta Quintana que poco a poco, y dado su amor entre fogones, se convierte en una verdadera maestra en la cocina y su casa de comidas, en la fonda por la que todos quieren pasar. Un pueblo de 100 habitantes que comienza a adquirir tal fama y repercusión que pocos eran, en aquellos años, los que aún no se habían resistido a una gastronomía de Km0 mucho antes de que existiera el término, unas gastronomía de casa, de siempre y sin más aditivo que el amor por la materia prima del día.

Un amor que hereda en 2002 su sucesor Antonio Pérez Quintana que no duda abrir una casa de comidas en Madrid, en honor de Doña Vicenta. Un local situado en el barrio de Prosperidad y que muy pronto se hace con una clientela fiel que llega hasta nuestros días, tras una renovación en 2016, que se encarga de sacar brillo a un restaurante en el que sentirse como en casa y compartir buena comida van a una.

La familia de Vicenta Quintana se encarga de hacer pervivir su amor por la gastronomía casera y el buen trato a una clientela que sigue siendo fiel y vuelve para seguir pasando buenos ratos con la boca llena

Y es que en Casa Vicenta la abundancia de sus platos y sus materias primas de temporada se apuntan el tanto y el aplauso del comensal que de lunes a viernes se la juega al menú del día y los fines de semana sigue gozándoselo con una carta de lo más interesante o su especial de los sábados.

Platos como sus patatas 3 quesos, bravas deliciosas, croquetas caseras de jamón, morcilla o chistorra con patatas fritas, chopitos a la andaluza, calamares a la romana, tosta de ibérico con tumaca, tosta de ventresca de atún con cebolla confitada, entre sus entrantes; fabada asturiana, lasaña de atún, ensaladilla rusa, sopa de picadillo, rape encebollao, cordón bleu, solomillo ibérico al cabrales o entrecot de buey trinchado con patatas, entre sus opciones más potentes de carta diaria y/o sus postres caseros que preparan a diario (o encargan a su obrador de confianza) nos hacen complicado no situar a Casa Vicenta entre nuestros restaurantes de barrio preferidos, ese lugar al que vuelves para alegría de tu paladar y estómago y para el de Vicenta Quintana que allá donde esté, seguramente, se siente completa y feliz al ver su sueño hecho realidad. Nada como lo de siempre.

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