By

Ya tienes una nueva excusa para no dejar de transitar la calle Enrique Granados. Se llama Bardot y es el restaurante que promete captar todas las miradas -y estómagos- de los que pasen por el número 147 (esquina Av. Diagonal) de esta bonita vía. Desayunos, aperitivos, tapas en la barra, platos, cafés, copas, cócteles o incluso catas te esperan al otro lado del cristal de este versátil espacio creado por el estudio de Lázaro Rosa-Violán.

Rodrigo Varela dirige en la cocina del Bardot a un equipo que mezcla experiencias e influencias con Nacho Ventimilla y Xavier Luque en los fogones. El resultado es la recuperación de platos tradicionales, como los calamares rellenos o el arroz marinero, y la reinterpretación de clásicos como el pulpo a la brava. Entre los fijos en sus propuestas destacan las garotas con espuma de patata trufada, el chuletón, el ossobuco, los platillos y las tapas así como los arroces los fines de semana. También los postres son motivo de fiesta en el Bardot. Desde los típicos pastelitos do Belem hasta el imprescindible ‘Recuit de Drap’ de Pauet. Todo por unos 25/30 euros.

La elección de los vinos también corre a cuenta de Varela, quien consigue captar en cada caso el caldo apropiado según la mesa, los comensales y los platos elegidos. En cuanto a las copas, en el Bardot encontrarás tragos clásicos y nuevos. Además de su extensa bodega y su carta de champagnes, triunfa por la noche su ‘medio gintonic’ o gintonito. 

Su curiosa distribución, que acoge la cocina abierta en el centro, cuenta con tres zonas claramente diferenciadas: la barra, propicia al tapeo del mediodía y a los encuentros al salir de la oficina; el íntimo y acogedor restaurante que invita a disfrutar de la comida y de la conversación, y, por último, el ‘rincón bistrot’, funcional y perfecto para reuniones o grupos. ¿Te apetece?

Detalles




  • Dirección: C/ Enric Granados, 147