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Raquel Bueno

El artista anónimo más famoso del mundo ha vuelto a hacer de las suyas. Hace apenas cuatro días Banksy instaló su tenderete en la Bienal de Venecia y lo documentó todo por Instagram para reivindicar –como siempre, a golpe de sarcasmo– que pese a tratarse del evento de arte más grande y prestigioso del mundo, por alguna razón nunca ha sido invitado. F: Cortesía de Banksy

Pero el objeto de su aparición iba mucho más allá de una simple burla. La obra expuesta, compuesta por nueve partes –que se combinan en un enorme crucero que se eleva como un monstruo sobre las góndolas que lo rodean– y titulada Venice in Oil, es una metáfora perfecta de la condición de las aguas de la ciudad italiana, que se ha visto crecientemente invadida por el gran número de cruceros que asedian sus costas y llenan de cada vez más turistas la ciudad. La consecuencia inmediata, más allá del impacto sociocultural, es la alta concentración de contaminación en los canales de Venecia; que Banksy convierte en un inteligente juego de palabras: Venecia al óleo y Venecia en petróleo. Brillante.

Venice in Oil es una denuncia al turismo masivo y una crítica a la industria del arte, que sigue viendo el arte callejero como una disciplina externa

En el vídeo en cuestión vemos como el artista es interpelado por la policía, que le para los pies por no contar con la autorización correspondiente. Banksy recoge sus cosas y se va, en un plano pensado al detalle que muestra un nuevo crucero llegando a la ciudad a su partida. Pero en el breve cortometraje sucede, además, un hecho sin precedentes: el genio aparece supuestamente en sus propias carnes, invitándonos a examinar un sinfín de detalles (las manos, la altura, la barba…) que podrían conducirnos a su identidad; hasta ahora uno de los secretos mejor guardados de nuestros tiempos.

Venice in Oil es una denuncia innegable al turismo masivo. Pero es, también, una crítica a la industria del arte, que sigue viendo el arte callejero como una disciplina externa. Aunque el artista, que en estos últimos meses ha estado más activo que nunca, dejó tras de si un regalo más para la ciudad: un grafiti en la pared de uno de los canales que confirmaba su genialidad. Una vez más, Banksy ha hablado y el mundo escucha con atención. Porque el mundo es, en definitiva, su galería. ¿Y que es el arte sino una forma de resistencia?