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Ainhoa Gurruchaga

A Coruña es puerto de llegada del camino inglés del Camino de Santiago, una ciudad llena de tradición que también respira cultura, frescura y vanguardia sin olvidar su historia. Os traigo los highlights, las cosas realmente curiosas y las mejores anécdotas que tiene esta ciudad, junto a los lugares esenciales que más vale la pena visitar y algún que otro suculento hotspot. Tomad nota. F: Todas las imágenes de Ainhoa Gurruchaga

Está claro que Galicia es conocida por su tradicional y excepcional gastronomía, y la gran mayoría del turismo que atrae es por su comida y sus paisajes costeros: playas salvajes, pueblos pequeños con encanto y producto de calidad, tanto de tierra como de mar. Pero Galicia es mucho más que eso y A Coruña, en concreto, está llena de curiosidades. No vamos a quitar la gastronomía de la ecuación, porque precisamente fue la V edición de Boucatise –la feria dedicada al bocata gourmet en todo su esplendor– mi razón para marcarme un fin de semana a finales de noviembre en la ciudad gallega. Pero una cosa os diré: hay vida más allá del pulpo.

Girl Power coruñés

© Ainhoa Gurruchaga

Hablar de A Coruña es hablar de María Pita. Esta heroína gallega es emblema de la ciudad, y tiene una estatua dedicada en la plaza que lleva su nombre. Pita fue pieza clave en la defensa de la ciudad de A Coruña en 1589, que con lanza en mano y bajo el grito “Quien tenga honra que me siga” la defendió como una auténtica guerrera seguida de muchas mujeres. Probablemente el poderío femenino se instauró poco a poco en la urbe y, por eso, ésta ha visto nacer a algunas de las grandes figuras femeninas de la literatura como la activista y escritora liberal Juana de Vega; Emilia Pardo Bazán, ejemplo de feminismo en la época; o Rosalía de Castro, que tiene un teatro con su nombre en la ciudad. 

Otra de ellas, y quizá la más desconocida y para mí la más importante –bromas aparte–, es la mujer que salvó la cerveza Estrella Galicia. Para conocer la historia lo mejor es visitar MEGA, la fábrica museo que abrió sus puertas a mediados de junio del año pasado. Una visita recomendable, donde lo mejor es sin duda el final: una cata de cervezas de la marca donde se pueden degustar algunas de las cervezas más curiosas y difíciles de encontrar; pimientos del padrón, naranja o percebes, sorprendentemente, mi favorita. 

Dónde comer (y comer bien)

El chef Luis Veira en acción. © Ainhoa Gurruchaga

Hablando de percebes, uno de sus máximos exponentes junto a los mejillones y el pulpo, está claro que A Coruña es una ciudad con una ubicación privilegiada donde la influencia del mar –que la rodea casi al completo– sobre la gastronomía es palpable. Tanto es así que, desde hace poco tiempo, el sector culinario ha ido introduciendo un elemento nuevo en su cocina, las algas, que ofrece esa opción veggie cada vez más demandada al mismo tiempo que respeta el sabor auténtico a mar para los paladares más exquisitos.

Boucatise es, precisamente, una feria donde se puede ver ese equilibrio entre tradición y vanguardia. Con más de 15 puestos que apuestan por muy diversas variedades de bocadillos y show cookings de la mano de reconocidos chefs, con solo 5 ediciones se posiciona como cita ineludible de foodies y amantes del bocata –es decir, de todo el mundo–. Luis Veira, de Árbore da Veira –único restaurante con estrella Michelin de A Coruña– jugó con el gusto y retrogusto con tres reinterpretaciones del bocadillo donde el sabor transportaba a hogar e infancia, porque como él mismo explica: “Los bocatas son recuerdos”.

En la Calle de la Estrella está el restaurante que ya se ha convertido en mi favorito de la ciudad: A Taberna de Cunqueiro. Bueno, bonito y barato

Esa misma filosofía de sabores de siempre y respeto por el producto es la que expone en sus platos junto a Iria Espinosa en su restaurante Árbore da Veira, que a principios de año estrenaba una taberna convirtiéndose en la actual cafetería del Monte de San Pedro. Si la propuesta gastronómica ya es buena, su ubicación privilegiada y sus vistas lo convierten en toda una experiencia para todos los gustos y para todas aquellas personas que van viajando en busca de estrellas.

Tirando más por los clásicos, situado en el límite entre la Ciudad Vieja y la Plaza de María Pita, el restaurante Pablo Gallego es uno de los más reconocidos de la ciudad por su cocina de autor y tradicional y su trato del producto fresco. Y es que solo en Galicia te pueden recibir con un centollo de mar en la mesa. Vieiras, zamburiñas, un maridaje a la altura y un sinfín de platos lo convierten en una apuesta segura. Además, no sé si es cosa de A Coruña, de Galicia o del norte en general, pero la atención en ambos locales es especialmente cuidada y cercana y siempre los encontrarás dispuestos a contarte un poco más sobre su proyecto.

Quizá sea algo común, porque en la Calle de la Estrella está el que ya es mi favorito de la ciudad: A Taberna de Cunqueiro. La amabilidad del personal y la autenticidad y calidad del producto lo convierten, sin duda alguna, en un local de batalla BBB (bueno, bonito y barato). Y cabe decir que en mis dos únicas visitas a la urbe gallega he repetido. Si lo visitáis no os olvidéis de preguntarles por las monedas que hay enganchadas en sus paredes de piedra.

A dónde ir para bajar la comida

© Ainhoa Gurruchaga

Después de tan copiosas comidas el cuerpo te pide bajarlo todo, porque si algo te pasa en Galicia es que tiendes a comer –y mucho–, y encima te retan a comer más. Soy vasca y me vengo arriba, por lo que tenía que demostrar que estaba a la altura. Así que chupito de licor café y a pasear por A Coruña que bien lo merece. Los más de 13 km de paseo marítimo, la subida a la Torre de Hércules o caminar por sus playas Riazor, Orzán y Matadero –cuna de amantes del surf donde se han llegado a ver olas de más de 17 metros de altura– son buenas opciones para disfrutar de increíbles vistas y respirar aire puro.

No todos los paseos son con vistas al mar. Además de la zona vieja y sus calles, los Jardines de Méndez Núñez son parada obligatoria

Al ser una ciudad muy expuesta al mar, los coruñeses le dan la espalda y no por falta de bravía si no por precaución. Esto se puede apreciar en la Avenida de la Marina, donde las fachadas que dan al mar son las posteriores y están llenas de cristaleras que dibujan un paisaje geométrico que atrapa. Esta estructura se repite en más zonas y supone la mejor muestra del modernismo en la ciudad. Sus grandes ventanas de cierre de guillotina y sus galerías, que calentaban las casas gracias a su efecto invernadero, son un tipo de construcción muy común que deja patente que el mar no solo ha influenciado a la ciudad en cuanto a gastronomía se refiere, sino también en la arquitectura. Pero no todos los paseos son con vistas al mar, además de la zona vieja y sus calles, los Jardines de Méndez Núñez son parada obligatoria por la gran variedad de árboles, plantas y flores que contienen y por su curioso calendario floral. 

Dos días se quedan cortos para visitar A Coruña, porque te quedas con ganas de más. Es una de esas ciudades a la que puedes ir en cualquier época del año, y te permite vivirla desde perspectivas totalmente diferentes a cada vez. Sinceramente, lo mejor que te puede pasar es que cancelen tu vuelo por mal temporal –algo bastante probable, a decir verdad–  y así ganes un día extra que esté justificado en tu trabajo y puedas disfrutar de una ciudad de la que seguro te han quedado curiosidades, rincones y bares por descubrir. A mí me ha quedado por probar la infusión de cascarilla –el cacao de los pobres, ya que durante La Belle Époque se popularizó mucho el chocolate caliente–, ver surfear a valientes en la Playa de Matadero, subir a la Torre de Hércules sin viento y un sinfín de etcéteras. Lo dicho, nos vemos próximamente en el Obelisco, el lugar oficial de quedada desde 1895.